Soberanía alimentaria y competencia desleal: dos grandes desafíos para la pesca europea

 Soberanía alimentaria y competencia desleal: dos grandes desafíos para la pesca europea

Es un orgullo poder compartir algunas reflexiones personales en estas XXVI Jornadas Técnicas de Pesca de Celeiro, que se ha convertido por méritos propios en uno de los foros por excelencia y lugar de encuentro del sector pesquero.

La flota de Celeiro, compuesta de aproximadamente 50 buques de altura industrial, entre los que destacan los palangreros o “pincheiros”, volanteros de fondo y arrastreros dirigidos a especies emblemáticas como la merluza, el rape o la cigala, tiene una amplia presencia y actividad en caladeros del Atlántico Noroccidental, desde el Gran Sol y Oeste de Escocia. Asimismo, también hay numerosas embarcaciones de artes menores y de cerco que operan en el Cantábrico Noroeste, dirigidas a especies pelágicas como la sardina, la caballa, el bonito o el jurel.

En cuanto a su representación, la Cofradía de Pescadores y la OPP77 Puerto de Celeiro son un ejemplo de buenas prácticas y de iniciativas de investigación e innovación para la mejora de la sostenibilidad medioambiental, promoción de la eficiencia energética, aprovechamiento de los residuos o valorización de productos pesqueros para su comercialización.  Todas estas iniciativas han contribuido a que la gran mayoría de las especies objetivo capturadas por la flota de Celeiro estén en niveles de Rendimiento Máximo Sostenible (MSY) y por tanto en cumplimiento de los requisitos que establece el Reglamento de la Política Pesquera Común.

Personalmente, en los últimos 15 años he tenido la oportunidad de tener a Puerto Celeiro como organización miembro en los Consejos Consultivos de Aguas Noroccidentales y de Larga Distancia y conocer de primera mano numerosas iniciativas en los últimos 15 años. He sido testigo por ejemplo de propuestas para la mejora del plan de recuperación y gestión de la merluza norte en Gran Sol o del establecimiento de vedas espacio-temporales para la cigala en el banco de Porcupine (FU 16).

Sin embargo, y pese a los esfuerzos realizados en reducir su esfuerzo y capacidad pesquera en las últimas décadas, la flota de Celeiro se enfrenta a un desafío en cuanto a la pérdida de “cuota de mercado” y competencia desleal de flotas procedentes de países no comunitarios, como se cataloga a los barcos de bandera no europea en el argot de Bruselas.

Para entender el origen de esta competencia desleal, pongamos en contexto la situación actual del mercado pesquero en términos de producción pesquera global: El informe SOFIA 2022 de la FAO señala que más del 80% de las capturas mundiales en volumen se pescan a niveles sostenibles. Las capturas mundiales de pesca extractiva se están estabilizando en torno a los 90 millones de toneladas que representan el 51% de la producción total, con una acuicultura en continuo crecimiento llegando ya a los 88 millones de toneladas (49%).

Al mismo tiempo, nos encontramos con una población mundial que no para de crecer. Según la ONU, se espera que la población mundial aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 7.700 millones actuales a los 9.700 millones en 2050, pudiendo llegar a un pico de cerca de 11.000 millones para 2100. Datos de la propia FAO dicen que entre 1961 y 2019, el consumo mundial de alimentos acuáticos aumentó a un rito medio anual del 3,0% (de 9 a 20,5 kilos per cápita), casi el doble del crecimiento demográfico mundial anual, que está registrado en un 1,6%.

¿Qué significa todo esto? Pues simplemente que no habrá pescado para alimentar a toda la humanidad y que se convertirá en una “commodity” al alcance sólo de los mercados más pudientes. Haciendo una analogía con la célebre teoría del economista Thomas Malthus, la capacidad de crecimiento de la población es geométrica y mayor que capacidad del mar de producir alimentos, que es aritmética.

Trasladado al ámbito la Unión Europea, nos enfrentamos a un reto de autoabastecimiento y soberanía alimentaria. La paradoja es que pese a que las capturas extractivas se han estabilizado a la baja, el precio en primera venta del pescado en términos generales no ha aumentado mucho, lo cual unido a costes de gasoil o inversiones tecnológicas han repercutido en una menor rentabilidad y hojas de resultados de las empresas pesqueras. ¿Cuál es el motivo de esta lenta respuesta y absorción del mercado? Una respuesta evidente pero que no podemos obviar es el aumento progresivo y la creciente dependencia de las importaciones de productos pesqueros de países terceros que en muchos casos ofrecen precios considerablemente menores. La creciente dependencia de las importaciones que superan el 60% del total de media aparece claramente reflejada en las estadísticas de los informes económicos anuales de EUROSTAT y EUMOFA[1]. De forma similar, el think tank New Economics Foundation[2] fijó mediados del mes de mayo como la fecha del fin de autoabastecimiento de España con cargo a su producción pesquera y acuícola sin tener en cuenta las importaciones.

El motivo de que le llamemos “competencia desleal” (o falta de “level playing field”) es que muchas flotas no europeas basan su estrategia comercial en los menores costes fijos por estándares laborales y sociales inferiores al europeo (en materia por ejemplo de salarios, seguridad marítima y condiciones de trabajo a bordo), lo que les permite ofrecer precios inferiores. En muchas ocasiones, esto también resulta en una menor trazabilidad de la cadena de valor y controles más laxos por parte de los países de abanderamiento, lo cual puede llevar a sobrepesca o, en el peor de los casos, pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.

Este “dumping social y medioambiental” es una cuestión que muchas veces no llega (fortuita o deliberadamente) a las pescaderías o lineales de los supermercados para que un consumidor pueda escoger un producto con plena conciencia de lo que está adquiriendo. Una de las medidas mitigadoras son las etiquetas de certificación, pero éstas no deben considerarse la panacea ya que muchas veces establecen de facto barreras de acceso a mercados a pequeñas flotas o productores responsables que no quieren o pueden adherirse a las mismas por diferentes razones.    

Por tanto, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 de Naciones Unidas sobre seguridad alimentaria y “hambre cero”, a nivel de la UE parece difícil de lograr en 2030 en un contexto de pérdida de soberanía alimentaria en el ámbito pesquero en favor de otros países competidores como China o Noruega.

Conviene analizar múltiples factores para realizar un diagnóstico certero sobre la dependencia de las importaciones que han aumentado desde principios de siglo: Por un lado, existen factores exógenos como pueden ser la globalización económica y la reducción de costes logísticos y de transporte en el comercio de pescado. También nos encontramos con el creciente auge de la clase media y del consumo en países como China o Brasil que promueven un cambio en las estrategias comerciales de las empresas europeas desviando parte de sus capturas a otros mercados.

Por otro lado, hay factores endógenos importantes como el marco normativo de “micro gestión” desde la UE mediante la aplicación de políticas muy restrictivas (aumento de zonas de vedas de pesca a artes de fondo, reducción progresiva de esfuerzo pesquero y de posibilidades de pesca anuales…) así como un mayor énfasis en las políticas de seguimiento, control y vigilancia a la flota de la UE en aras a un cumplimiento efectivo de la normativa. Sin embargo, este estándar normativo no es recíproco ni se aplica de igual manera a las flotas que están abanderadas en países terceros. Además, se ha observado una creciente falta de sensibilidad por parte de los sucesivos Comisarios Europeos de Pesca y Medio Ambiente y sus gabinetes a la hora de formular propuestas que van hacia la restricción de la actividad pesquera, por ejemplo en aplicación de la estrategia del “Pacto Verde” o del Plan de Acción para la Conservación de los Recursos Pesqueros y la Protección de la Biodiversidad. Esto se debe en parte a la presión de una parte importante de la opinión pública, comandado en ocasiones por organizaciones civiles de origen no europeo con motivaciones espurias o probados conflictos de intereses con otras actividades económicas. Este fenómeno lleva a una “deslegitimación normativa” a ojos de legisladores y opinión pública de la importancia estratégica en términos socio-económicos de la actividad que la pesca extractiva genera en cuanto a riqueza y actividad económica para comarcas como A Mariña Lucense, o ciudades con importantes puertos y servicios auxiliares como son A Coruña, Vigo, Marín o A Guarda. Lamentablemente, estas comunidades pesqueras suelen estar alejadas geográficamente de los grandes centros de poder y decisión y son “invisibles” pese a la activa movilización de sus representantes en los foros de stakeholders.

Por otro lado, en el ámbito de la gobernanza oceánica internacional asistimos a procesos legislativos impulsados por organizaciones como la CBD, la IUCN o CITES, que imponen normas cada vez más restrictivas como puede ser el objetivo de un 30% de áreas marinas protegidas, la adopción de la política de aletas adheridas para tiburones o la inclusión de especies de tiburones de interés comercial en el Apéndice II de CITES, entre otros ejemplos. Esto conlleva a un doble rasero en el cumplimiento de medidas ya que una vez entran en vigor normalmente son efectivamente acatadas y cumplidas por las flotas europeas mientras que otras flotas, sobre todo asiáticas, siguen haciendo finning, pescan en ecosistemas marinos vulnerables o realizan transbordos en alta mar sin reportar.

Para resumir, la falta de “level playing field” y los intereses económicos y políticos ajenos a la realidad de la buena gestión sostenible y responsable nos está poniendo en una encrucijada. Debemos por ello, como hace con acierto este foro de Celeiro, comunicar mejor, ser proactivos en medios y redes sociales y aprender a escuchar a los científicos que se encargan de las evaluaciones de los stocks. Conviene también estar unidos y defender un enfoque participativo y colaborativo entre científicos, sector y administraciones, incluyendo en el caso de Galicia la Xunta de Galicia, el MAPA, el MITECO y el Ministerio de Comercio, entre otros.  Queda mucho por hacer en cuanto a esfuerzos de divulgación para que la opinión pública sea consciente de los esfuerzos que hacéis por cuidar el mar que es vuestra fuente de vida e ingresos.

Jornadas como esta sin duda contribuyen a alcanzar este objetivo y esperamos que la sesión de esta mañana arroje luz y raciocinio a una actividad esencial para el lugar en el que nos encontramos. Os deseo el mayor de los éxitos y que las conclusiones nos sirvan para seguir mejorando en favor de una pesca sostenible medioambientalmente, rentable económicamente y responsable socialmente.

[1] https://www.eumofa.eu/documents/20178/477018/ES_El+mercado+pesquero+de+la+UE_2021.pdf

[2] https://neweconomics.org/2017/03/fish-dependence-2017-update

ALEXANDRE RODRIGUEZ, Secretario General Ejecutivo del Consejo Consultivo de la U.E. para la pesca en aguas lejanas-LDAC